La realidad supera a la ficción. De ahí que en este caso dé un salto en mi tendencia lectora de novelas negras, históricas, intimistas o de fantasía, para introducirme de lleno en la política y la actualidad, una suerte de ciencia ficción con toques de thriller donde los ciudadanos hojeamos las páginas del día a día entre el asombro, la desesperación, el estoicismo, el nihilismo, el desapego y todas las sensaciones negativas que se quieran sumar a todo lo que rodea a la política en este país.
Jesús Cintora nos presenta un panorama complejo, abierto desde la reciente caída del bipartidismo. Un nuevo espacio politico en el que los dirigentes se mueven entre incertidumbres, pánico, traiciones, inmovilismo, improvisación y grandes dosis de desconocimiento del devenir político inmediato en un statu quo jamás tan variable.
Como en un largometraje melodramático, Rajoy sobrevive a todo y a todos. Los nuevos partidos tratan de encontrar su sitio mientras la prensa tradicional los somete al vilipendio día sí y día también. El resultado más «matemático» de la nueva entrada de partidos es que faltan sillas para tantos culos. De ahí las idas y venidas de traiciones, la casual aparición de casos de corrupción. Todo vale para seguir teniendo silla (Son como niños en el viejo juego, ¿recuerdan?).
Entre los años 2014 y 2016 se suceden toda una cadena de estrategias ad hoc con las que los viejos partidos tratan de perpetuar el sistema que les ha dado de comer durante tantos y tantos años. La realidad se ve salpicada de casos de corrupción, la Corona aparece en plena zozobra, los nacionalismos retoman fuerzas. Las circunstancias requieren de medidas drásticas. Unas medidas que sirven de conjuro entre los de siempre frente a la amenaza de lo nuevo y lo desconocido.
España se viene moviendo en una especie de estado de excepción para atajar la sublevación del enemigo de lo Público y de los usurpadores de lo establecido.
A la luz de los hechos puede que no haya sido tan grave. Las cosas siguen estando en su sitio. El pueblo sigue embaucado en la posverdad y los políticos siguen capeando la otra verdad, la que sobrevive como puede a los prefijos, al asalto continuo de todo Principio y a la autodestrucción.
Sobrevivir, eso es todo. Rajoy como un superviviente, no por cualidades propias sino por necesidades generales de la vieja política. Siguiente capítulo… mañana mismo.
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