El libro de los Baltimore, de Joël Dicker

Novela a varios tiempos para presentarnos el devenir de un peculiar sueño americano, al estilo de la película American Beauty pero con una trama más profunda, más negra y extendida en el tiempo. Empezamos conociendo a las familias Goldman de Baltimore y Goldman de Montclair. Los Baltimore han prosperado más que los Montclair. Marcus, el hijo de los Montclair adora a su primo Hillel, admira a su tía Anita e idolatra a su tío Saúl.

Marcus pasa todo el año deseando reencontrarse con su primo en Baltimore durante cualquier periodo vacacional. Disfrutar de esa sensación de pertenencia a una familia modelo, de prestigio y pudiente se convierte en una pesada losa para él.

Al auspicio de ese idílico núcleo familiar, incrementado con la adopción de Woody, un chico problemático reconvertido en ese nuevo hogar, los tres chicos pactan esa amistad eterna propia de la juventud. Durante sus años idealistas, los primos Goldman disfrutan de su pacto inquebrantable, son unos buenos chicos que se defienden entre ellos y siempre encuentran buenas causas difíciles que afrontar.

La pérdida de Scott Neville, un amiguito enfermo de una familia del barrio anticipa toda la tragedia posterior venidera, «el Drama». La hermana del chico se introduce en el grupo de los Goldman, pasa a ser una mas. Pero el problema es que los tres primos la aman. Por su parte, Gillian, el padre de Alexandra y del malogrado Scott, encuentra en los primos Goldman un soporte para sobrellevar la muerte de un hijo. Ellos hicieron sentirse vivo a su hijo minusválido, ellos lo impulsaron a vivir más allá de su habitación y de la asistencia médica que lo postraba en su cama. Ellos permitieron que hiciera esa locura para su estado. La defensa de los primos, por parte de Gillian, supuso su divorcio de una madre que no supo entender cómo los tres Goldman habían convertido la lastimosa existencia de Scott en una vida plena, pese al fatal desenlace.

La perfección, el amor, el éxito, la admiración, la prosperidad, la ambición, la tragedia. Sensaciones que van anticipando los motivos del Drama.

Los primos Goldman van creciendo, Alexandra sigue deslumbrándolos a todos, pero ella ya ha elegido a Marcus Goldman. La frustración de los otros dos primos empieza a ser un motivo de desencuentro latente, jamás explicitado. Marcus siente que ha traicionado al grupo. Y Woody y Hillel se saben perdedores y traicionados.

En la Universidad, Woody confirma su valía como deportista profesional y Hillel destaca como un gran estudiante de derecho. Los egos empiezan a crear aristas en una amistad que, pese a ello sigue siendo inquebrantable, aunque solo sea en una esencia de sus almas, intoxicada por las circunstancias. Los hermanastros Goldman empiezan una pugna soterrada mientras Marcus, escritor en ciernes trata de encontrar su sitio entre ellos.

La llegada a la Universidad de los primos Goldman supone un punto de ruptura para todos. Los padres de los Baltimore sufren el síndrome del nido vacío. El padre, Saúl Goldman envidia a Gillian, quien parece haberle usurpado la patria potestad de los chicos gracias a su mayor status social y económico y a sus contactos.

Tal suma de egos y ambiciones desemboca en el Drama, de la manera más inesperada, presentada a pinceladas en esas idas y venidas desde el pasado al presente, un Drama que se lo llevará todo por delante en cuanto a los Goldman de Baltimore se refiere.

Al final, Marcus Goldman, el escritor, junto a Alexandra, son los únicos supervivientes de la banda de aquellos chicos idealistas y sumamente felices. Él, Marcus, sabe que debe poner negro sobre blanco la historia de sus primos y de los Baltimore para librarse de sus sombras y de paso recuperar a Alexandra; y así quizás, abrirse un futuro sin culpa. Es lo que tiene la felicidad rota y añorada, debe tener una sublimación para dejarla en el pasado, necesita una reparación final.

Así es la estructura cronológica del libro, aunque Joël Dicker no la presenta de este modo. Como ya hiciera en «La verdad sobre el caso Harry Quebert», las idas y venidas entre escenarios presentes y pasados se convierte en una constante necesaria para mantener la fascinante intriga que pueda explicar un presente de dudas, melancolía y cierta esperanza. Lo que fué de los Goldman de Baltimore es el misterio que conduce todo el libro, junto con el presente de un solitario Marcus Goldman del que necesitamos saber si saldrá del pasado y encontrará la forma de recuperar a Alexandra.

Por cierto, ni por asomo es la segunda parte de «La verdad sobre el caso Harry Quebert», de aquella obra solo queda el nombre del personaje principal y su oficio de escritor.

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