Los sueños de la serpiente, de Alberto Ruy Sánchez

Alcanzada una edad, parece como que la vida no da para más. Muchos recuerdos, deudas, añoranzas y pocos objetivos. La perspectiva de la demencia puede parecer entonces un procedimiento provocado desde lo existencial más que un deterioro fisiológico o neuronal. O quizás sean estas, nuestras neuronas las que acaben por prestar su último gran servicio y acaben emborronándolo todo, como un formateo del disco duro.

Pero en ocasiones se producen disfunciones en ese proceso degenerativo de autodestrucción hacia la recuperación de la felicidad última, la ignorancia infantil. Puede ser el caso del protagonista de esta historia, un paciente centenario de un psiquiátrico que quiere seguir recordando y que esboza sobre los muros los dibujos de sus incontrolables flash back sobre lo que fue.

El lector pronto entiende que el borrado de la información en este caso atenta a una verdad transformadora o a una interesante esquizofrenia. ¿Quién sabe? la historia personal de cada cual tiene sus subterfugios, tuneles trazados por la memoria para justificar lo que hemos sido o adónde hemos llegado. La mejor analogía es la de una serpiente que nunca intuye en el camino recto el mejor de los caminos hacia sus intenciones.

Que nuestro protagonista fuera una especie de espalda mojada llegado a Estados Unidos y que hubiera conocido de ciertos avatares del Trotsky exiliado y perseguido hasta su asesinato podía ser casual. Que la vida lo condujera finalmente hasta la Unión Soviética para trabajar en un planta de fabricación que pretendía implosionar la guerra fría con el trasvase de información de un desencantado Henry Ford.

Son sus recuerdos, son cien años de vida. La sabiduría se le presupone a un viejo que vivió su apoteosis en pleno siglo XX y que ha tenido la entereza de alcanzar el XXI con ganas de relatar su vida en sus bocetos de hombre ancestral. En ocasiones un hombre centenario se hunde en su pozo oscuro y en otros momentos sus ojos vuelven a brillar cuando se reencuentra con una verdad izada desde lo más hondo de la memoria.

Alberto Ruy Sánchez se sirve de este personaje para narrar su propio ensayo histórico. La serpiente de los pensamientos y los sueños , con su avanzar zigzageante, acompaña el transcurrir de la historia desde una perspectiva personal. La Historia se puede empeñar en justificar y motivarlo todo, la sinrazón, las pulsiones más contradictorias y los ánimos de la vanagloria se ocupan de escribir la realidad tras la verdad oficial.

La Historia trata de testimoniar los cambios, sus escribientes e interpretadores pretenden hacer ciencia del proceso. La serpiente sabe que el camino siempre debe ser sinuoso, frente al empeño del hombre por la línea recta como el camino más corto.

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