Tiempo de albaricoques, de Beate Teresa Hanika

Tiempo de albaricoques, de Beate Teresa Hanika
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Los encuentros intergeneracionales siempre enriquecen. Y en lo literario supone un fructuoso espacio en el que puede emerger la riqueza de la humano, una especie de síntesis entre pasado, presente y futuro.

Aunque, realmente pasado y futuro son siempre la misma sombra. Elisabetta tiene mucho pasado, un tiempo pretérito de amarguras, tristeza y soleadad. Pola, la joven bailarina dispone de todo su tiempo por delante, contando con la fragilidad de lo que esencialmente somos, eso sí…

El presente hilvana la historia común de Elisabetta y Pola.

Pola llega a la vida de la anciana Elisabetta como inquilina de una de sus habitaciones. La intimidad entre ambas se forja desde los detalles, desde las pequeñas conversaciones cordiales hasta lo más hondo del existir. Los anhelos de una y los recuerdos de otra mueven la historia por el camino de los recuerdos y las emociones.

Elisabetta recorre lo que le queda de vida con la liturgia de las costumbres. Su tarro de mermelada, con los frutos cosechados del albaricoquero del jardín, la vinculan con su existencia prolongada siempre en esa misma casa. Una casa donde a parte de Pola también residieron el amor y la tragedia, ocupando todas y cada una de las estancias con la misma intensidad. De aquellos habitantes del alma devienen los recuerdos que trata de suavizar al aroma de la compota de albaricoque.

De los pequeños detalles surgen en ocasiones los pies de foto ideales para empezar a mostrar el álbum vital completo de cada cual. El proceso es lento, no se enseñan todas las fotos de una sola vez a alguien que llega a tu vida, pero poco a poco las confidencias se multiplican, las instantáneas del pasado se revelan por fin a la vista de ambas…

Y ahí Pola confiesa también que en su todavía leve paso por este mundo, también tiene instantáneas que mostrar, miedos, traumas y culpas que asoman desde el brillo de la juventud de sus ojos, hasta convertirse en cristalinas lágrimas.

El destino también se compone de pequeñas historias (o quizás al final se reduzca a eso, a la suma de lo pequeño como la base para que todo se ejecute) Elisabetta y Pola hacen de su encuentro una purga de emociones que las une para componer un retrato final de encuentro trascendentalmente humano.

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