Los 3 mejores libros del colosal Coetzee

Siempre he pensado que el genio escritor tiene algo de bipolar. Para poder abrirse a todo tipo de personajes, para poder transmitir perfiles de personas tan distintas, el abanico de percepción debe ser amplio y capaz de asumir una verdad y su contraria. Un punto de locura debe ser necesaria.

Se me ocurre esta vieja idea para presentar a John Maxwell Coetzee, matemático y literato. Licenciado en las ciencias más puras y en la humanística más profunda, la literatura. «Ecce hommo» aquí está el escritor en esencia, capaz de moverse entre aguas procelosas de la ciencia y sus números pero también entre los voraces fuegos de la narrativa. En ambos casos con igual posibilidad de supervivencia.

Si a ello le sumamos el desempeño de friki informático durante sus primeros años laborales, el círculo del genio escritor se acaba cerrando.

Y ya, sin tanta broma, no podemos olvidar su premio Nobel de Literatura del año 2003, ratificando su destacado buen hacer en su parcela de mundo dedicado a la narrativa de ficción, pero de fiel compromiso social.

Sabiendo que me enfrento a un monstruo al que el propio Auster pide consejo, me toca elegir sus novelas imprescindibles. Allá voy.

3 novelas recomendadas de J. M. Coetzee

Desgracia

Una novela de contrastes. El ideario de la patria de Coetzee, Sudáfrica, puesta en tela de juicio a través de la notable variación entre mentalidades urbanas y rurales.

Resumen: A los cincuenta y dos años, David Lurie tiene poco de lo que enorgullecerse. Con dos divorcios a sus espaldas, apaciguar el deseo es su única aspiración; sus clases en la universidad son un mero trámite para él y para los estudiantes. Cuando se destapa su relación con una alumna, David, en un acto de soberbia, preferirá renunciar a su puesto antes que disculparse en público.

Rechazado por todos, abandona Ciudad del Cabo y va a visitar la granja de su hija Lucy. Allí, en una sociedad donde los códigos de comportamiento, sean de blancos o de negros, han cambiado; donde el idioma es una herramienta viciada que no sirve a este mundo naciente, David verá hacerse añicos todas sus creencias en una tarde de violencia implacable.

Una historia profunda, extraordinaria, que por momentos atenaza el corazón, y es siempre, hasta el final, subyugante: Desgracia, que obtuvo el prestigioso premio Booker, no dejará indiferente al lector.

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Hombre lento

Coetzee transmite una cosa por encima de cualquier otra. Y lo cierto es que no se acierta a descubrir si es algo premeditado o no. Todo libro de Coetzee destila humanidad, alma humana en esencia de alquimia literaria. Esta novela es un buen ejemplo.

Resumen: Paul Rayment, fotógrafo profesional, pierde una pierna en un accidente de bicicleta. A raíz de dicho percapercance,nce su vida solitaria cambiará radicalmente. Paul rechaza la posibilidad de que los médicos le inserten una prótesis y, tras abandonar el hospital, vuelve a su piso de soltero en Adelaida.

Incómodo ante la nueva situación de dependencia que conlleva su invalidez, Paul pasa por periodos de desesperanza al reflexionar sobre sus sesenta años de vida. No obstante, su ánimo se recupera al enamorarse de Marijana, su pragmática y campechana enfermera de origen croata.

Mientras Paul busca el modo de conquistar el afecto de su ayudante, recibe la visita de la misteriosa escritora Elizabeth Costello, que le desafía a retomar las riendas de su vida. Hombre lento lleva a cabo una meditación acerca de lo que nos convierte en seres humanos, a la vez que reflexiona sobre la vejez.

La lucha de Paul Rayment con su supuesta debilidad se traduce a través de la voz clara y sin tapujos de J.M. Coetzee; el resultado es una historia profundamente conmovedora sobre el amor y la mortalidad que deslumbra al lector en cada página.

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Esperando a los bárbaros

Por su carácter más ligero, es una novela muy recomendable para lanzarse al conocimiento de Coetzee. La metáfora de por qué ocurre todo lo malo. Los motivos por los que el mal triunfa una y otra vez en la Historia. El miedo para someter a masas.

Resumen: Un día el Imperio decidió que los bárbaros eran una amenaza a su integridad. Primero llegaron al pueblo fronterizo policías, que detuvieron sobre todo a quienes no eran bárbaros pero sí diferentes. Torturaron y asesinaron.

Después llegaron los militares. Muchos. Preparados para realizar heroicas campañas militares. El viejo magistrado del lugar trató de hacerles ver con sensatez que los bárbaros habían estado desde siempre allí y nunca habían sido un peligro, que eran nómadas y no se les podría vencer en batallas campales, que las opiniones que tenían sobre ellos eran absurdas…

Vano intento. El magistrado solo logró la prisión y el pueblo, que había aclamado a los militares cuando llegaron, su ruina.

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