Los 3 mejores libros de Sebastian Fitzek

Será que todo abogado tiene dentro un potencial defensor del crimen, según el cliente que lo elige. O simplemente que el acercamiento al mundo legal excita a unas musas que acaban por someterse al género negro, hartas de inspirar pasiones más elevadas de otros tiempos. La cuestión es que Sebastian Fitzek es uno más de los abogados pasados a la literatura de ficción, como nuestro Lorenzo Silva, sin ir más lejos.

Una literatura desde la abogacía sobre la que sus autores vuelcan planteamientos de thriller judicial; abordan el mundo del hampa (que menos de lo que quisiéramos acaba rindiendo cuentas ante el juez); o se zambullen en un género negro que entronca con los subterfugios de una justicia demasiado ciega en ocasiones.

En el caso concreto del abogado Fitzek lo que más se puede reseñar es su intensidad en un conjunto de trepidantes obras de suspense psicológico que más que guiarnos por brillantes pasillos de juzgados nos adentra en los oscuros pasillos de la mente.

Novelas en las que por momentos te sientes un muñeco a merced de las insospechados destinos de una trama maravillosamente desarrollada, en la cual te adentras sin remisión lectora posible. Cualquier lector de Fitzek comparte esa idea del magnetismo de unos personajes mecidos en una tela de araña, tratando a duras penas de escapar hacia el extremo en el que parece que pueda estar la liberación de la laberíntica trampa.

Top 3 novelas recomendadas de Sebastian Fitzek

Llévame a casa

Quien sabe la hora de su muerte ya ha empezado a morir. Una jugosa frase que nos da paso a esta historia como la más siniestra de las profecías, marcadas por un asesino reconvertido en el Nostradamus de su propia venganza o animadversión.

Es sábado, poco después de las 10 de la noche y Jules está pendiente del teléfono. Es voluntario en un servicio telefónico de acompañamiento para mujeres que vuelven solas a casa por la noche. Nunca ha vivido una situación en la que la mujer al otro lado de la línea estuviera realmente en peligro, hasta la llamada aterrorizada de Klara. La joven está convencida de que un hombre la sigue, alguien a quien conoce y que ha dibujado con sangre la fecha de su propia muerte. Y ese día está a punto de empezar.

Llévame a casa, Fitzek

Terapia

Será cuestión de que con esta novela Fitzek irrumpía en el mercado editorial allá por 2006. La cuestión es que casi ningún lector olvida esta obra por encima del resto. Quizás las diferentes trama desarrolladas en las 6 novelas publicadas en España hasta ahora estén a la altura. Pero el hecho del descubrimiento, del primer encuentro con su literatura acaba marcando.

Bajo unas premisas a lo Alfred Hitchcock, que bordean lo paranormal, la particular situación del psiquiatra Viktor Larenz, solo y con su hija en paradero desconocido, despierta una empatía esencial. Invadido por la desesperanza, Viktor decide refugiarse, apartarse del mundo en una isla donde espera expiar su culpa ya que su propia ciencia no puede curarlo.

Pero en esa isla se encuentra con una mujer que parece haber estado aguardándolo como en un destino entre siniestro y clarificador.

Terapia

El envío

Lo de Fitzek es exprimir el rol del psiquatra enfrentado a su propio lado oscuro, aquel donde late la locura en ciernes. La figura de un psiquatra en un thriller siempre ha dado mucho de sí. Se trata de exponer a aquellos que trabajan e imponen su ciencia sobre las mentes a sus propios y más profundos miedos.

El morbo, el gusto por ver a quien se supone que conoce todos los recovecos de la mente sumido en las más hondas de las tribulaciones mentales, resulta especialmente atractivo para los amantes de los thrillers. A hechos tan evidentes como El silencio de los corderos me remito. Emma es nuestra psiquiatra de referencia en esta novela.

La pobre ya estuvo a punto de sucumbir al depredador que fue a por ella tras una cadena de víctimas ya en su haber. Aparentemente protegida y atrincherada en su casa para evitar cualquier riesgo, vamos acompañando a Emma en esa calma chicha que anticipa lo que ha de venir. Porque si algo le sobra siempre al malo es ingenio…

Si tu fueras Emma, en esa misma situación ¿aceptarías coger un paquete para el vecino que se encuentra ausente? En cierta forma puede parecer interesante tratar de naturalizar la situación. No prestarte siempre a la psicosis del miedo acechante.

Puede que ese fuera el planteamiento de Emma, quien trata de anteponer la razón al miedo, como en tantas otras ocasiones ha tratado de hacer con sus pacientes. Pero siempre hay un punto de duda…

Una vez que el paquete está ya en casa, reposando como un elemento sin riesgo, el miedo rodeado de la soledad de Emma regresa. Morbo, curiosidad…, llámalo como quieras, pero lo cierto es que ese paquete…Emma acaba cayendo en la tentación.

Y lo que la espera en ese paquete es el peor de los presagios, la peor de las pesadillas. Pudo haber elegido no recogerlo, pero ahora ya es tarde…

El envío

Otros libros recomendados de Sebastian Fitzek

Asiento 7A

Siempre me han resultado cautivadoras esas historias claustrofóbicas en las que todo ocurre entre cuatro paredes. Porque en ese tipo de escenarios no queda otra que sacar todo lo que lleva dentro cada personaje para conseguir dar jugo a una trama. Fitzek saca jugo y petróleo de novelas de intriga claustrofóbica como esta o como la anterior.

Cuando conocemos al psiquiatra Matt Krüger, un tipo tan cargado de tantas fobias como puedan tener sus pacientes, ya intuimos una intención perturbadora sobre todos esos miedos prácticamente universales, domados por cada cual de la mejor manera posible.

Lo de volar tiene sus matices ciertamente desquiciantes, tu vida se mueve por el cielo, sin control alguno sobre lo que pueda pasar y encerrado en un habitáculo en ocasiones hacinado…Pero Matt tienes motivos de peso para viajar desde Buenos Aires hasta Berlín.

Su hija Nele va a ser mamá y después de tantos años separados necesita esa figura paterna que en su caso fue siempre una difusa sombra. Así que Matt decide regresar a su patria en busca de su hija, dispuesto a deshacer cualesquiera nudos que acabaron separándolos. “El avión es el medio de transporte más seguro”, se repite hasta un fingido convencimiento del doctor Krüger.

Solo que, cuando todo parece ordenarse en una calma necesaria, una llamada lo trastoca todo. Su interlocutor lo pone al corriente de la particular emboscada. En el avión está uno de sus pacientes más violentos. Solo él lo sabe y solo su reacción podrá evitar la tragedia.

Pero precisamente eso, la tragedia absoluta, forma parte del malévolo plan trazado para que el doctor Krüger sucumba a él. Los 600 viajeros están en sus manos y es entonces cuando el miedo natural del psiquiatra a los vuelos se dispara hacia una frenética y desquiciante aventura.

El pequeño espacio del avión se convierte en una suma de planos hacia la catástrofe. Capítulos que nos ofrecen la perspectiva del macabro plan. La vida de Nele y de su futuro nieto corren peligro, pero al otro lado de la balanza del demencial juego se disponen todos los ocupantes del avión.

El único resquicio de esperanza para Krüges es confiar en su ciencia, viajar hasta su infierno interior para plantar cara al mal, a ese ominoso plan que lo ubica en medio de un torbellino de emociones a kilómetros del suelo.

Asiento 7A
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