Una familia imperfecta, de Pepa Roma

Una familia imperfecta
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Esta novela se nos presenta oficialmente como una novela para mujeres. Pero sinceramente discrepo de esa etiqueta. Si se la considera así porque habla de ese posible matriarcado que guardaba históricamente los secretos de cualquier familia y que ocultaba las miserias de puertas hacia afuera, tiene poco sentido. No hay nada más interesante, en una novela intimista como esta, que los entresijos de esa familia imperfecta, con las comunes imperfecciones de todas las demás familias.

Si la consideración de novela para mujeres viene por la idea de que lo planteado como una historia de mujeres protagonistas sólo puede ser entendido por mujeres lectoras, pues tampoco me gusta la idea. Al final estoy seguro de que se trata de un argumento comercial, un guiño a tantas y tantas mujeres lectoras que sostienen el mercado editorial. Debe ser eso, nada más.

Porque la novela en sí puede cautivar a cualquiera, hasta a un servidor. La forma en que Pepa Roma, convertida en Cándida (o al revés) coge de la mano al lector y lo mete en la cocina o en las alcobas es digna del mejor intimismo. Y ya no digo nada cuando acompañas a Cándida entre los secretos que esconde esa vieja casa. Sus sensaciones, contrariedades y emociones se hacen bien propias.

Por supuesto, el papel de la mujer, representado por Cándida y extrapolado a toda mujer de cualquier lugar y momento histórico tiene un peso específico. Pero más allá de esa circunstancia, remarcada por el entorno histórico de postguerra de la novela, se desprende una humanidad de lo pequeño, de la vuelta a la familia original desde la perspectica de la edad adulta, de los finales que a todos nos esperan y de las deudas con esos pequeños o grandes secretos que tal vez merezcan ser conocidos.

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