Que Jorge Volpi es un narrador concienciado con su realidad más próxima no es algo nuevo. En su anterior libro Contra Trump ya dio buena cuenta de lo que supone el ideario xenófobo de Trump para su país, México. No es cuestión de despotricar porque sí, Volpi confiere a sus últimas obras de un halo de intelectualidad. Propuestas siempre profundamente documentadas con las que fundamentar su argumento narrativo. Ya sea en plan más realista, como en el libro anterior de Trump, o para relatar desde la realidad, como es el caso de esta «Una novela criminal», con la que ha ganado el premio Alfaguara 2018 o, por supuesto, para navegar entre ficciones completas como en su gran novela «La tejedora de sombras», por señalar un ejemplo de cada tipo.
Los hechos, esos de los que Volpi extrae esta historia para su irónico título, se produjeron el 8 de diciembre de 2005. Sus personajes Israel Vallarta y Florence Cassez se vieron envueltos en una detención surrealista, convertidos en cabeza de turco de sabe Dios qué organización criminal en connivencia con el poder y de cuya detención pronto la prensa hizo también causa propia.
Israel y Florence padecieron torturas, juicios paralelos y escarnio público. Se vieron inmersos en un plan ominoso de mafias capaces de sacudir gobiernos y justicia con asombrosa intensidad.
La televisión, también mediada por el ignominioso plan, se encargó de convencer a todo mexicano de que Israel y Florence habían secuestrado para conseguir sus propósitos económicos, pertenecientes como eran a una grupo organizado del crimen.
De entrada, las vivencias de Israel y Florence, completamente ajenos a todas esas acusaciones formales debieron ser angustiosas. Si además de que no eres culpable de nada descubres que sobre tí se cierne un avieso plan de resultados impredecibles…
La lucha contra el crimen, cuando se encarama decididamente a sus más altas instancias, se choca con un bestia capaz de todo por defender sus dominios. No se puede esperar otra cosa de aquellos que se encargan de mover los hilos del crimen como fundamento para su lucro y su pudiente estilo de vida.
Y la corrupción, como tantas otras veces, se descubre como una escabrosa cadena de favores que acaba enlazando al poder y las instituciones públicas con el peor de los males sociales.
Un relato crudo por lo que supone de despertar a la realidad. Un aviso para navegantes sobre lo frágil de la democracia y de las instituciones.
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