Al final la Historia ofrece un visionado distinto, una especie de verdadero fulgor humano gracias a personajes grotescos y estravagantes como William Walker. Locos convencidos por ideales improvisados para la aventura y que acaban desvelando las grandes miserias y los planes soterrados que otros supuestos grandes hombres meditan para su propia gloria y poder.
Su condición como uno de los últimos filibusteros convierte a William Walker en un personaje trasnochado para su época, en pleno siglo XIX. Y sin embargo, con el paso del tiempo su figura ha adquirido el perfil de una especie de Robin Hood caribeño que planificaba invasiones, se enfrentaba a los estados establecidos y al comercio de ultramar.
Solo que el fin de este tipo de locos suele acabar sucumbiendo al peligro por el que se mueven sin la consciencia debida del riesgo. A sus treinta y seis años, William Walker acabó siendo fusilado en Honduras.
Walker actuaba convencido por la doctrina del Destino manifiesto, una especie de justificación política casi divina y que otorgaba a los Estados Unidos un derecho para expandirse por toda América.
En sus diversas campañas por casi toda latinoamérica consiguió movilizar soldados para su causa en México, Costa Rica, Honduras o Nicaragua.
Como suele ocurrir en toda ideología sustentada en una consideración de la razón propia como la verdad última, Walker se concedía el derecho para asaltar barcos o para establer repúblicas ficticias. Su trato con la gente del pueblo, siempre benevolente, su respeto por los soldados enemigos vencidos y su capacidad para enfurecer a grandes empresarios que hacía negocio desde Estados Unidos con toda centroamérica le concedió una fama popular que en muchas ocasiones se decantó por
Así que a la luz del personaje, construir esta novela no sería tan dificil a nivel de argumento. La vida de William Walker es en sí una novela que se adentra en la Historia de América con la firmeza de su paso decidido, con la impronta de su utópica ideología y en ocasiones, con su maquiavélico proceder.
Uno de los grandes personajes de la extensa historia de las revoluciones americanas, junto al Ché Guevara o al mismísmo Simón Bolivar.
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